La climatología no anunciaba buenas noticias para esta jornada y se cumplieron los pronósticos, día bastante gris y frío el que nos acompañó en la media maratón de Salamanca. Aún así el cielo dió una pequeña tregua durante la carrera y la lluvia no hizo acto de presencia. Todo esto fue compensado con el gran apoyo familiar que tuve, en esta ciudad residen familiares y amigos, que junto con los que se desplazaron, me hicieron sentir como en casa. Llegamos con bastante anterioridad a la prueba para realizar la pertinente recogida de dorsal, tiempo que también utilizamos para reunirnos todos, y que a mi cada vez me entraran mas ganas de oír el pistoletazo de salida. Una vez empece a completar kilómetros, se me fue llenando la retina de bonitas postales, todo aquel que conozca Salamanca sabrá de lo que hablo, y el que no lo conozca se lo recomiendo. Una ciudad con un bonito casco histórico, por el que recorrimos el primer tramo de la prueba.
Como digo, una primera parte bonita y tranquila, porque además ese primer envite era una zona llana y de bajada, la parte dura todavía nos estaba esperando unos kilómetros más adelante. El segundo, tramo se convertía ya en un recorrido ascendente y de resistencia, el último cuarto de carrera, tenía alguna pendiente de subida en la que ya había que dar lo que a cada uno le quedara, pero ver cada vez más cerca el final, y las calles cada vez más abarrotadas de gente, te da esa chispa de energía que me permitió esbozar una gran sonrisa al volver a cruzar una meta con un gran tiempo como ese.
Poco nos quedaba después, más que recoger, despedirnos, y volver hacia casa con la alegría de haber terminado la quinta prueba de mi reto.
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