Cuarenta y cinco minutos antes de la salida mi mujer y mi hija me acompañaron hasta el lugar donde había quedado con mis compañeros de trabajo, con los que desde hace ya tres años hago un pequeño calentamiento antes de situarnos en la línea de salida bajo el majestuoso acueducto romano. La imagen de dicho monumento y los tres mil corredores esperando el cañonazo inicial es algo espectacular y digno de ver, tanto como corredor, como espectador por lo que mucha gente nos cuenta al final de la prueba.
Sin más preámbulos comenzamos a completar los veintiún duros kilómetros que recorren todos y cada uno de los rincones más bonitos de esta ciudad patrimonio de la humanidad. Como ya he recalcado en el renglón anterior, es una de las medias maratones más duras de España, con largas y pronunciadas cuestas que ponen a prueba nuestras piernas y la preparación previa con la que cada uno haya llegado. Salí demasiado retrasado y eso me pasó factura porque tuve que adelantar muchos corredores en el tramo inicial, no pudé mantener un ritmo fijo hasta el kilómetro ocho más o menos.
Ha vuelto a ser muy emotivo y especial volver a correr en mi ciudad, y más aún, utilizando esta carrera para tirar por segunda vez de las orejas a mi Reto 47, vamos a por otro año más...un saludo amig@s!!!
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